Entry Island es la primera isla que se encuentran los navíos que acceden al golfo de San Lorenzo. Azotado por el viento y bañado por las aguas heladas, el minúsculo pedrusco apenas alberga un centenar de habitantes que viven de la pesca; gente curtida y tenaz, acostumbrada a soportar la rudeza de los elementos y las situaciones más extremas. Excepto el asesinato. Cuando la persona más rica de la isla, un comerciante de langostas llamado James Cowell, aparece muerta, el desconcierto se apodera de la pequeña comunidad, y pronto todas las sospechas recaen en Kirsty, la esposa de la víctima. Asignado a la investigación del crimen, acude desde Montreal el detective Sime Mackenzie, a quien el cambio de aires se le antoja saludable en un momento crítico de su vida en el que se siente acuciado por la soledad y la mala conciencia. Por desgracia, su ilusión se desvanece en cuanto pone un pie en la isla y se topa con su ex mujer, analista forense, que le recuerda de inmediato por qué su relación acabó en un agrio intercambio de reproches. Pero lo más inquietante, sin duda, es su encuentro con Kirsty, a quien cree reconocer del pasado. Mientras la mayoría de las pruebas apuntan hacia la viuda del comerciante, y el equipo de investigadores se muestra ansioso por cerrar el caso para poder abandonar ese lugar tan inhóspito, Sime está convencido de la inocencia de la mujer. Defenderla, sin embargo, le planteará un espinoso conflicto moral.