Sin tan siquiera mencionar el cenagal iraquí, los atentados –abortados o no– de Madrid y Londres lo han puesto perfectamente de manifiesto: desde septiembre de 2001, el enfoque de seguridad europeo y –aunque, evidentemente, en una medida totalmente distinta– estadounidense en materia de lucha antiterrorista contribuye, paradójicamente, a la dinámica de la amenaza y al desarrollo de sus capacidades de innovación y de transformación. Esta constatación que, si seguimos ciñéndonos a Europa, aún no ha sido asumida a nivel político ni en Francia ni a escala continental, está, por el contrario, perfectamente integrada en los cálculos de los estrategas e ideólogos de Al Qaeda. Manifiestamente, ellos sí han entendido el funcionamiento tanto de las estructuras antiterroristas como de las mentalidades europeas. Y hoy saben explotar sus fallas y sacar partido de sus cegueras. Más allá de esta evaluación de la lucha antiterrorista, lo que llama la atención en este pequeño ensayo es la mirada original que Anne Giudiceli arroja sobre materias a menudo calificadas como «reservadas». Una mirada de mujer, libre y emancipada, que nos sugiere pistas de reflexión inéditas y encaminadas a hacer disminuir una amenaza que no deja de crecer.
